Joan Flores-Villalobos

Three poems sobre un Xicano

Flores, pic

 

BIO

Joan Flores-Villalobos is a poet and Ph.D. student in African Diaspora history at New York University. Born and raised in Venezuela, she is currently based nowhere and will be moving around London, Panama City, Kingston, Houston, and New York for the foreseeable future. 

Llénala de nopales y epazote,

de Morelos, Iturbide y Zapata,

de Pancho, pancita, y pena.

Llénala de flor de calabaza

y chocolate con canela.

Llénala de sílabas consonantes

que me ejerciten la lengua:

tlacoyo y Tzintzuntzan,

Pátzcuaro y Aztlán.

¿Sera que O'Gorman nos puede construir un puente?

Y quedarnos así siempre—un compuesto dislocado.

Tu ausencia no fue alimento suficiente

para mi gran boca caribeña.







El problema es que la amenaza de lo infinito siempre se topa con la articulación de un 

límite y con estos se construye una ciudad hermética, lógica, completa. Yo te encontré en 

una tasca cualquiera de la matriz urbana a las 3 de la mañana, los dos tratando de cauterizar 

nuestros excesos. Te pregunté como salir a extramuros y tu tenías todas las respuestas en la 

punta de la lengua, como una consonante alveolar, como un beso dado así, sin pensar. Supe 

entonces que lo que querías era que te rindiera la verdad y la verdad es que no me la rindo 

ni a mi misma. Entonces nos toca quedarnos así, me dijiste, y fue una lección breve en 

fragilidad. Al final, descendimos bajo la nata de smog y no se habló de nada más y me 

imagino que regresamos a nuestros ritmos predecibles. Esa fue la última vez que nos vimos. 

¿Te acuerdas? ¿O hubo más?







La otra noche me regalaste un fantasma, un memento mori de tu pena. "Es un fantasma 

bien simpático, pero eso sí, no te va a dejar tranquila." Al principio mantenía su distancia 

en las esquinas del cuarto, pero pronto se me acercó, mudo, pero buena compañia. Al pie de la 

cama, nos rebuscabamos los ojos convirtiendonos en espejos recíprocos, un entendimiento 

sobrenatural. Dicen que los fantasmas son incorporales, pero cuando yacía encima mio, 

sentí su aliento árido en mi cuello y su peso oprimiendo mi pecho hasta que me hundía. 

Cuando solia llorar, que en esos días era a menudo, buscaba deshacerme de su presencia 

continua, perversa, inmutable. Pero el día que por fin desapareciste, te extrañe, mi fantasma 

del desierto.


© The Acentos Review 2015