Laura Andrea Vázquez López

BIO

Laura Andrea Vázquez López (she/her) is a cuir, boricua poet and fiction writer from Carolina, Puerto Rico. Her work can be found in Rose Quartz Magazine, Pussy Magic, Meow Meow Pow Pow, Neon Mariposa Magazine and Rio Grande Review. She's currently pursuing her MFA in Creative Writing at the University of Texas at El Paso. You can follow her day to day on Twitter and Instagram @lauranlora 

Laura Andrea Vázquez López (she/her/ella) es una escritora cuir y boricua de poesía y ficciones original de Carolina, Puerto Rico. Su trabajo se puede leer en Rose Quartz Magazine, Pussy Magic, Meow Meow Pow Pow, Neon Mariposa Magazine y Rio Grande Review. Actualmente cursa una maestría en escritura creativa en la Universidad de Texas en El Paso. Puedes seguir su día a día en Twitter e Instagram @lauranlora 

De Noche Se Sale

“¿Ok, pero y si la encontramos?” Keily me pregunta arrancando el machete mohoso de un tronco caído.

“La grabamos. La atrapamos.” Ajusto mi linterna de cabeza alumbrando el túnel frondoso que invita a largarnos. “Le rogamos que no nos coma y comenzamos una secta lo más probable.”

“Cabrona, yo sé que tú te crees bruja, pero yo no puedo andar por Tuiter como meme satánico. Le da un infarto a mami.”

Seguimos el casi camino de la jalda en que nos metimos. La madrugada se avecina y llevamos horas zapateando en la oscuridad. Me sorprende que no nos hemos encontrado a ninguna de estas fuerzas especiales de caza mística armaos hasta los dientes. Se habrán cansado de las noches en los cerros sin el faranduleo detrás. Un bichote apareció muerto y los medios no han parado de enseñar la foto del cadáver tirado en la calle. El Vocero volviendo a sus raíces. Llegamos a desaparecer nosotras en estas, encuentran la manera de culparnos. ‘Matan a dos terroristas’ repetiría la portada. El carpeteo ni que ya está muerto, pero los cadáveres desentierran secretos. Por eso escribimos nuestras propias carpetas. Que las encuentren y breguen con esas.

Keily todavía me mira de vez en cuando con cara de ‘no puedo creer que estoy cazando una supuesta gárgola jodia loca’. Le sonrío. No entiende lo chula que se ve así caqui por convertirse en una historia viral para los fundamentalistas religiosos. Y el machete en mano también ayuda su flow Lolita Lebrón. Yo sé que la amo, pero ella tiene que amarme más por abrirme la puerta de su casa a la medianoche y montarse en mi pobre Corolla rumbo a Barceloneta. Su mai obli se las cantará si se entera que salió. Y la mía pues, se cree que ando en el turno de cierre del trabajo.

“Miamol, si cogemos pal de fotos decentes tú serás lo último en los feeds. Además, si no funciona nos grajeteamos pal y se indignan más de lo lésbico que lo satánico.” Me le pego para darle un beso en el cachete. Siento mi lipstick negro transfiriéndose a su piel, dándole un poco de camuflaje para la noche.

Sube el brazo entre nosotras y nos separa, su mano todavía sobre mi antebrazo. Le dio un apretón. “No entiendo por qué trajiste eso.”

Se refiere a la pistola de papi. Una glock que se yó. La cogí de la caja fuerte en su cuarto mientras él y mami estaban haciendo la compra. Por poco le da un patatú a la nena cuando la vio en el cupholder del carro. Y eso que ni le dije de la escopeta en el baúl.

“Hay mucho loco aquí afuera.” Algo así fue lo último que me dijo mami antes de salir al supermercado. Eso, y que la calle está caliente. Pero el campo técnicamente no es calle. En las montañas solo matan a los independentistas, y ese secreto está más tapao que mi novia. “Es más bien para volarle las bolas a cualquier violador.”

“La más gatillera ahora, no jodas. ¿Tú sabes usar esa cosa?”

Rozo mi dedo sobre el metal. Ya no está congelada como cuando primero la agarré.  “Pues apuntas pal bicho y él sale corriendo.” Hago la moción, tomando un árbol como blanco.

Keily se me despega más y sube el machete, puro instincto. La poca luz de la luna que penetra los árboles se refleja en los metales del cuchillo. Sus rodillas están dobladas lista para atacar o juyir. No aguanto mirarle a los ojos más de dos segundos.

“No pienso quitarle el safety, no soy anormal.”

“Ok.” Baja el machete y me pasa por el lado. Su linterna es más brillante que la mía y no veo el fango que piso al seguir tras ella. 

“Ay me cago en TÓ.” Raspo la suela de mis tenis contra una raíz sobresaliente. El fango cae en pelotas. Manchan las flores de flamboyán que empapan la tierra alrededor de la raíz.

“Mera, yo no sabía que los flamboyanes estaban tan florecidos a esta fecha.” Le hago señales a Keily para que se acerque a ver.

“Loca pichea eso. Estas flores son azules.”

Ella alumbra su linterna a mis pies. Solo he visto ese azul en el cielo los veranos de playa. Hasta arde un chin, como si el sol saturara el color con sus rayos.

“Que algarete.” Me arrodillo para tocarlas. Se sienten como flores normales, pero están demasiadas frías para el calor de esta noche. Parecen recién rociadas, pero estamos en sequía. Agarro una y se la paso. Me mira con ojos grandes y labios apretados.

“Bueno, Barceloneta tiene depósitos de aguas subterráneas o algo así, ¿verdad?” me pregunta.

“Pero no creo que causarían esto.”

Nos cae encima una brisa desde las copas de los árboles. Es un frío igual al de las flores. Ya no las siento en mis manos, aunque las veo creciendo sus tallos alrededor de mis dedos. Me viro hacia Keily y está espetándoselas por la nariz. Pétalo tras pétalo, pistilo tras pistilo sin intenciones de parar. Quiero agarrarle la mano. Necesito agarrarle la mano, pero solo logro mover el cuello hacia arriba. La luz de mi cabeza le cae directo en los ojos. Por un segundo veo los míos, después los de Keily y finalmente los de Ella.

La Gárgola se ríe. Es una carcajada con intenciones nebulosas, pero esos ojos botan candela y ganas de joder. Extiende un brazo hacia nosotras. Sin pensarlo tomo su mano y agarro a Keily con la otra. La Gárgola nos alza de un jalón hacia las primeras gotas del amanecer.

©The Acentos Review 2020