Fiction

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Bio:  Carlos Ponce-Melendez


Carlos Ponce-Melendez’s writings have appeared in Gloom Cupboard, Future Earth, Mississippi Crow, Calliope, Blazevox, Voices Along the River, Small Brushes, among other publications. He is also the author of a book of short stories in Spanish, Pláticas de mi Barrio, published through Bilingual Press at Arizona State University.

Serena

Desde niña Serena tuvo una dulce expresión que tranquilizaba e invitaba a la reflexión a todo aquel que la veía. Tal vez era por su tez morena  que acariciaba la vista, o por sus ojos negros,  placidos como las noches de diciembre de Omaca. Su carácter apacible semejaba a un arroyo pequeño que apenas y susurra pero vivifica. Por sus cualidades, Serena se acostumbró a ser el centro de atención y a oír elogios a su belleza desde que tuvo uso de razón. “Parece un angelito” – decía su tía Gumercinda. “Más que eso – agregaba, Roque, el panadero – es la viva imagen de la Virgen de los Dolores, vaya que sí lo sabré yo que he ido a su santuario.”

Serena, hija única, era la preferida de las monjas y sacerdotes en la escuela y en la iglesia por su belleza y por su espíritu apacible. Cuando Serena cumplió doce años, el párroco Catarino pidió permiso a sus padres para que la dejaran representar a la patrona del pueblo, la Virgen Perpetuamente Milagrosa, en las fiestas patronales. Ellos accedieron muy honrados  y un mes después Serena, sacrosantamente vestida de Virgen,  desfiló por la Avenida Real sobre un templete cargado por veinte hombres de los más piadosos e influyentes de Omaca. La llegada de la Virgen cerraba la procesión y significaba el inicio de la semana de las fiestas anuales del pueblo.  

Desde la primer aparición de Serena como virgen, los Omacanences se impresionaron con lo bella que era la niña y lo bien que le quedaba el papel celestial. La noticia de la santa belleza corrió rápidamente por los pueblos vecinos.  Tantas eran las alabanzas que se le hacían a Serena que algunas gentes de otros municipios, fueron a Omaca para comprobar si era cierto lo que se decía de la mentada chiquilla. La verdad es que la mayoría de las visitantes eran mujeres arguenderas; iban con la intención de  criticar a la dichosa Serena y decir que la virgen de sus respectivos pueblos era mejor que la de Omaca. Sin embrago, después de ver a Serena con su carita de sufrimiento, ningún visitante se atrevió a criticarla. Quedó claro que la virgen de Omaca tenía algo de santa y cuestionar su virtud hubiera sido como cuestionar a la madre de Dios.

Ante el éxito de la representación de Serena, el Padre Catarino decidió romper con la tradición de usar una joven nueva cada año, y pidió a los padres de Serena que la dejaran representar a la virgen nuevamente. Su petición fue aceptada gustosamente. En los años siguientes aumentó significativamente el número de fuereños a las fiestas de Omaca, todos querían ver a la “Virgen más Virgen de la región,” y hasta pedirle milagros. La Cámara de Comercio de Omaca aprovechó la ocasión  y mando imprimir pósters que decían: “Si usted se quiere dar una idea de cómo lucia en realidad la verdadera Virgen, venga a las fiestas de Omaca  y vea con sus propios ojos….” La propaganda dio resultado, llegaron turistas de las lejanas poblaciones de Jajuntla y la Venta y hasta un gringo que andaba paseando por Helmeca. El visitante internacional llenó de orgullo a los Omacanences  ya que fue el primer extranjero en asistir a unas fiestas de la región y fue el factor determinante para que Serena se quedara con el cargo de virgen permanente.

Serena había terminado la secundaria y se pasaba el tiempo ayudando a su mamá en las labores del hogar. No habiendo muchas cosas que hacer, la adolescente se entretenía horas y horas delante de un espejo. Estudiaba estampitas y pinturas de Vírgenes famosas e imitaba sus caras de sufrimiento. También escogía vestidos que resaltaban su castidad y que favorecían el color de sus ojos. Asimismo iba al rosario todas las tardes para regocijo del padre Catarino pues así los jóvenes del pueblo también asistían a los servicios religiosos.

Con el tiempo la representación de Serena cobró tanta fama que hasta los habitantes de San Benito, la capital del estado, preferían asistir a las festividades de Omaca, con todo y que San Benito era diez veces más grande, y que los benitences tenían fama de presumidos y orgullosos. Años después el padre Catarino murió y su sucesor, el padre Juanjo decidió que las Damas de la Milagrosa Perpetua se encargaran de la organización de las festividades patronales. Las entusiastas mujeres guardianas de la moral de Omaca no vieron la necesidad de hacer ningún cambio así que Serena siguió siendo la Virgen Perpetuamente Milagrosa.

A pesar de su radiante belleza Serena solo tuvo un par de pretendientes, y es que todos los jóvenes de la región la consideraban media santa, verla con ojos lujuriosos era como querer agasajar a la inmaculada. Además, las Damas, a falta de periódico en el pueblo, servían de centro de comunicaciones y para evitar habladurías se encargaron de desanimar a los pretendientes de Serena diciendo que ésta seria una santa pero a la hora de rechazar pretendientes era fría y cruel. En realidad Serena vivía tan abstraída en su vida simple que ni sabia porque ningún hombre la cortejaba. No es que no se quisiera casar, era simplemente que los dos únicos pretendientes que tuvo en su vida no la atrajeron. A ella le gustaba Jorge, el hijo del jefe de la policía pero Serena jamás se atrevió a coquetearle, nunca se había oído de que una mujer de Omaca tomara la iniciativa para conquistar a un hombre. Pero si Serena se hubiera atrevido a hacerlo hubiera fracasado ya que Jorge resulto ser homosexual aunque nunca salió del closet.

Los años pasaron y a Serena se le fue la juventud pero continuó con su bello rostro y amable carácter, eso si, solterona. Aún la repentina muerte de sus padres por indigestión de mole la inmutó tan poco que no le impido cumplir su papel de Virgen ese año. No fue sino hasta que Serena cumplió treinta y cuatro años que un grupo de las Damas Milagrosas comenzaron a hablar de cambiar de virgen. Las Damas más tradicionales querían que Serena siguiera siendo la virgen pues Serena no representaba más de unos veintidós años de edad. Pero la oposición fue dura ya que la comandó Matildita Orozco. Ella quería que su nieta, Irene Ríos Orozco pasara a ser la próxima virgen. El poder de Matildita era de sobra conocido; esposa del diputado Chencho Orozco, hija del boticario Pepe Buentello y tía del presidente municipal, Francisco, el Pacorro Mendiolea. Además ella  misma, Matildita, era un dínamo de energía, metida en todos los grupos caritativos del pueblo se enteraba de cuanto chisme circulaba por Omaca. Encima de todo, Matildita tenía la curiosa habilidad de desentrañar quien había soltado cada habladuría  en Omaca, cualidad que la hacía ser temida por todas aquellas que alguna vez habían inventado alguna calumnia, o sea todas las damas del jet set del pueblo.

Por ejemplo Matildita se enteró que Dominga Verastegui pregonaba que “las malas lenguas dicen que vieron a Irenita en la Loma de los Enamorados en el carro de un pretendiente, que ni siquiera era su novio, haciendo desfiguros que la desacreditaban para representar el papel de virgen, es más ni para representar un papel de baño.” De inmediato Matildita se presentó a la casa de doña Dominga para preguntarle si ella andaba levantando falsos en contra de su nieta Irenita. Doña Dominga desde luego negó las acusaciones pero Matildita, curtida en el arte de la comunicación popular le recordó que era bueno callar  infunDios. “Yo por ejemplo, no ando repitiendo lo que me dijeron de que su esposo Valdemar tiene una amante en San Benito, y que es por eso que él va tan seguido a vender su cosecha de maíz a la capital aún cuando todos sabemos que este año ni sembró maíz.” Matildita no tenía ni un pelo de discreta pero no había descargado ese chisme tan gordo como sabroso porque no había sido sino hasta esa mañana que su esposo se lo había contado. Matildita supo que esa información significaba la coronación de Irene como la próxima virgen de Omaca. Después de esa plática, doña Dominga terminó su oposición a la candidatura de Irene y por lo tanto a la defensa de Serena. 

A pesar del revés para Serena, la ex virgen tomó la noticia con calma y se comprometió a ayudar a Irene para que fuera una virgen de primera. Pero el desfile fue un desastre; Irene engordó súbitamente para sospecha del pueblo. El vestido, preparado desde hacia varias semanas le quedó chico debido a su abultado vientre. Encima, Irene insistió en maquillarse como si fuera a las discotecas; labios rojos, uñas largas pintadas con corazones y la cabellera con rayos dorados. No faltaron ebrios que se atrevieron a tirarle piropos en medio del desfile. Los maldosos comentaban que la virgen parecía estar embarazada. Cuando el novio de Irene, Toño Betancur, oyó a un par de fuereños preguntando que donde se había metido el Espíritu Santo, se lanzó a romperles el hocico iniciando una fenomenal pelea en que los asistentes se batían sin saber a favor o en contra de quien, o porque estaban peleando. En otras palabras, un escándalo como jamas se había visto en Omaca.

Una semana después de las festividades aún se seguía hablando del asunto y así hubiera seguido de no ser porque comenzaron a ocurrir cosas inusitadas. El diputado Orozco, usando como pretexto el éxito de la feriz, había logrado que la línea de transportes que conectaba a la capital del estado con la costa se desviara para pasar por Omaca. Ello significó un incremento de cincuenta kilómetros en la ruta y el fin del aislamiento de Omaca 

Con el tráfico de autobuses llegaron sujetos indeseables, robos, cuatreros y hasta un acuchillado. Al mes exacto del desfile una epidemia cobro decenas de muertos. Para colmo de los males Irene resultó embarazada del subgerente del banco, Natilo Cortés, casado con cinco hijos. Eso fue solo el principio. Ese año hubo una sequía terrible que acabo con la mitad del ganado de Omaca. Rafael del Conde se suicido como resultado de su ruina financiera y quedó en los récords como el primer suicidio en la otrora prístina historia de Omaca.

Poco a poco comenzaron a correr los rumores de que las desgracias ocurrían porque Dios se había ofendido porque se había puesto a una mujer embarazada a representar a su madre. Algunas de las Damas empezaron a hablar de que se restituyera a Serena en el papel de virgen. Doña Matildita, humilladísima por el escándalo de su nieta Irene, se hizo la enferma para no asistir a las reuniones del grupo. Pero las cosas habían cambiado, todo el mundo andaba muy ocupado en subsistir y nadie ponía mucho interés en hacer preparativos para la feria. Cuando por fin se empezó a acercar la fecha y se requería tomar una decisión, las Damas tuvieron su primer junta en más de ocho  meses.

Aprovechando que ya no había una clara sucesora para el puesto de virgen, varias de las Damas trataron de impulsar a sus hijas, sobrinas, nietas o ahijadas. Solo un pequeño grupo pugnaba porque se repusiera a Serena pero las que jalaban agua para su molino tenían a su favor el argumento de que Serena ya estaba medio pasada, aun cuando se viera joven. El grupo que favorecía a Serena, aunque pequeño era muy decidido pues ellas estaban seguras que la substitución de Serena había traído las desgracias a Omaca y el no restituirla causaría aún más males. Con ese argumento lograron meter miedo a las demás Damas quienes en su interior empezaron a abrigar temor de que ellas pudieran estar cometiendo sacrilegio. Después de varias horas de discusión el grupo pro Serena triunfó pero como ya era muy noche decidieron dejar para el día siguiente la visita a la casa de Serena para anunciarle su decisión.

En la mañana, varias Damas, encabezadas por Margarita Torres Concha  se presentaron a la casa de Serena con la buena noticia. Cual no seria su sorpresa al enterarse de que la noche anterior Serena había abandonado  Omaca. Los vecinos les informaron que la ex-vigren había salido con solo dos maletas y había dejado todas las demás cosas para ser donadas a la iglesia. De inmediato las Damas convocaron a una junta de urgencia para esa tarde, pero poco antes de las tres  de la tarde, hora de la junta, un trueno anuncio la lluvia. La gente, jubilosa por la llegada del agua se olvido de la junta y de la feria. El gusto les duró poco, la lluvia no paró por varios días y acabó con las pocas cosechas que quedaban, arrastró ganado, destrozó caminos y deshizo decenas de casas. El aguacero empeoró la economía del pueblo  y dejó más asaltos, pleitos y pobreza. Cundió la prostitución, las casas de juego y Omaca pasó a ser el pueblo con el índice de criminalidad más alta del país, superando al de New York y Sao Paolo. De remate llegaron dos evangelistas protestantes.

Eventualmente la gente se resigno a vivir con su nueva realidad. Hoy todos cierran sus casas con candado y no dejan ir a sus hijas al rosario si no van acompañadas por un varón de la familia. Las viejas dinastías perdieron sus fortunas y el respeto de la gente. Nuevos ricos venidos de fuera se encumbraron en la política y sociedad de Omaca. Con heroicos esfuerzos los Omacanences  aceptaron su nueva situación, la tranquilidad ya no regresó como tampoco regresó Serena. Algunas gentes dicen que se fue a la frontera y trabaja en una maquiladora de condones pero nadie lo puede asegurar. Hoy solo los viejos del pueblo recuerdan  como Omaca  perdió su serenidad el día que Serena dejo de ser la Virgen Perpetuamente Milagrosa.

MAY 2013


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