Valeria Villaseñor

Yo

La casa de mi abuela

Detrás de estas montañas espolvoreadas

A unos miles de kilómetros hacia el sur

Se encuentra la casa de mi abuela

Con sus colores brillantes y la estufa encendida

Templo inquebrantable de mariposas y velas

Donde las nostalgias se cocinan a fuego lento

En una olla de barro y un comal

BIO

Soy originaria de Cuernavaca, una pequeña ciudad colonial que se encuentra ubicada en el centro-sur de México, en el Estado de Morelos. Crecí en el seno una familia mexicana grande y tradicional, rodeada de primos, abuelas, tíos y una eterna primavera. Mi familia ha sido una gran fuente de inspiración para mis escritos, al igual que los pueblos de México; con sus innumerables tradiciones y perenne encanto. Mi madre siempre me leía cuentos antes de dormir y antes de que pudiera amarrarme las agujetas yo ya estaba escribiendo mis propias historias.  

Estudio un programa de Post-Maestría en Psicología un Seattle University. 

http://www.micuadernodesuenos.blogspot.com/

Junto a las tortillas quemadas y el vapor del epazote

Y las risas compartidas se desbordan por la mesa

Como arroyos cristalinos

En temporada de tormentas

 

Amarilla y azul como el cielo limpio

Fresca como la sombra noble de un cedro

Abre las puertas a todo el mundo como una colmena

En sus pasillos remotos

Con olor a amores agrios y agua de ciruela

Se cuela el granizo de agosto

Mientras los niños resbalando juegan

Y los muertos deambulan remilgando

Como si fuera el último instante

Que les queda por vivir

 

Da esperanza al campesino,

Al loco, al olvidado

Los deja colgar en las paredes sus zapatos viejos

Que escurren cruces

Y fotografías en blanco y negro

 

Su techo es un bosque de bugambilias

Donde penden aros de colibríes

Que miran tranquilos al sol cuando aletean

Mientras su anillo dorado se pierde

Cada anochecer ente las tejas

 

Tu casa será siempre una lámpara encendida abuela

Un fragmento inagotable de luz

En el mundo oscuro

 

 

No es el eco nocturno

No es el eco nocturno

Por el que vuelan distraídas

Las luciérnagas de tu mirada

Como una cueva secreta

Habitada por tu silencio dorado

De recuerdos, polen y hojarasca

Rastros del último otoño

Que arrebataste a la soledad

Y refugiaste celosamente en tus entrañas

Antes de que el último hombre los olvidara

 

No es el aire magnético

Que delinea el espacio silente en tus palabras

Evocadas en una tarde cualquiera

Envueltas en gotas de ámbar

Estáticas como joyas sangrantes

Con las que hilas astros, abismos, delirios de sueños

Y que soplas a la orilla del mar

Como espuma blanca

Cuando la tristeza latente

De la cotidianidad estalla

Y el sol se pierde ante mí

Entre mareas agridulces

Y destellos naranja

 

No es la claridad desatada

Que encierras en el pecho

Como un ave enjaulada

Caída del trasiego del paraíso

Y que le otorga al latido tu corazón

Un canto taciturno que lo acompaña

Cuando divagas por las calles

Lees el periódico

O te acuestas en tu apartamento

Foráneo, ajeno a lo viviente

A recorrer los laberintos de la historia y el alma

 

No es tu memoria perfecta

Empañada de momentos suspendidos en el tiempo

Como gotas que escurren por una ventana

Astutamente robados

A la cuenta sagrada de las horas

Como una noche de desamor alumbrada

Con un collar colgando en tu mano

O el idilio del primer beso

Cuando el anochecer naciente se incendiaba

Por tu cuerpo curioso

Bajo una jacaranda

Mientras el grito del tráfico ahogaba la ciudad

 

Es el espacio interminable

Por el que se expande tu alma

Cuando las palomas vuelan buscándote como a una catedral

O el viento pliega con cuidado las hojas de la albahaca

Es el momento perpetuo que abarcas

Con tu universo de melancolías, lunas y poemas

Lágrimas, libros empolvados

Palabras no dichas, caminos imaginarios

Por los que deambular

Y que vas dejando iluminado con tu rastro de estrella

Consciente de que nunca será el mismo

Porque lo tocaste con tu fe inmaculada

Y tus ganas amar

Y que abandonas cultivado de llanto, barcos a la deriva y azucenas

 

Es el espacio por el que se agita tu fuerza en el mundo

La quebrada del mar, el verano, la comida de las 3:00

La tinta, la nube, la pared

Es el eco de tormenta que queda a tu paso

Tu espíritu infinito que lo contiene todo

Que es recóndito, atemporal y que me dejas leer

Como mi libro favorito de cabecera

Cuando platicamos

Una tarde cualquiera

En un sillón cualquiera

Mientras el día se marchita a nuestros pies

 

Cuando tú hablas

Acaricias el aire con las manos

Como si estuvieras pintando un cuadro

Que solo yo puedo ver

 

 

Música Tendida

Cuando el día calla y se mece en el viento

Escondo historias entre tu pelo

Mientras te delineo pausadamente

Con la luz quieta que alumbra mis dedos

Dejo un principio por aquí y un final por allá

Una palabra de amor en tu frente

Y un “adiós” detrás de tu oído

Quizá un día las hiles y se vuelvan un cuento

O el canto que se repite

En la música tendida que guarda tu cuerpo

Tal vez las letras germinen en besos

Que te envolverán en un círculo de silencio

Y veas por un instante de frente

El pulso magnífico que late en lo eterno

Me gusta que no conozcas mi juego

Volteas a besarme casi distraído

Cercano y confiado como si fueras un niño

Revelando las piezas

De tu alma en claridad

Temo a la pureza intacta de tu espíritu

Donde no existen inviernos prolongados ni tormentas de cal

Ni playas de piedra o mentiras de arena

Donde todas las mañanas desvanece el enemigo

 

En este mundo extraño

Vivir y morir contigo

Es como bañarse en el agua limpia de un manantial

Que nadie jamás ha bebid